LA RAÍZ

Los viñedos

RIBERA DEL DUERO

Soria es el comienzo

Nuestros viñedos se extienden por la zona de San Esteban de Gormaz, ligada a su historia vitivinícola. Flanqueada por los Sistemas Central e Ibérico, la elevada meseta recorrida por un incipiente río Duero dibuja los sotos en torno al agua con chopos, mimbreras y alisos, y en los terrenos de arena y arcillas sobre roca calcárea, conviven viñedos y campos de labor con espontáneas encinas. El río divide tierras rojas al norte de otras más amarillentas y areniscas al sur. En todas reina el clima continental de eternos inviernos y gran amplitud térmica, tímidamente suavizada por una influencia mediterránea. Todas estas peculiaridades tienen una marcada influencia en nuestros vinos. El tinto fino (como se conoce al tempranillo en Soria) y el albillo mayor aquí presentes son el resultado de la adaptación de estas variedades al ‘terroir’ soriano desde hace cientos de años. Aquí es donde todo empieza

El legado de un terreno con carácter único y sus viñas viejas

Los pueblos en torno a San Esteban de Gormaz atesoran viñas autóctonas que se salvaron de la plaga de filoxera que asoló los viñedos europeos a finales del siglo XIX. Hoy, viñas viejas centenarias y otras más jóvenes que ya cuentan con varias décadas de vida, cubren pequeñas (a veces pequeñísimas) parcelas diseminadas por más de una quincena de poblaciones. En total, 110 hectáreas de tempranillo, albillo y garnacha que se trabajan de forma ecológica, como hace décadas. Con el esmero y el cuidado de quien se ocupa de su propia tierra.

Desde Bodegas Antídoto somos muy conscientes de este enorme legado y singularidad y nuestro compromiso es lograr los vinos únicos que este terreno imagina, acompañarlos en su camino, a partir del trabajo de precisión de orfebre en las 776 parcelas que la conforman, de la mano de los 50 viticultores que, junto a nuestro equipo, configuran nuestra pequeña gran familia.

Los pueblos del entorno de San Esteban de Gormaz atesoran viñas autóctonas que se salvaron de la plaga de la filoxera en el siglo XIX, una riqueza centenaria que caracteriza a la Ribera de Soria